cuento de primavera
Érase una vez un principito que creía que no era valiente porque se le arrugaban las palmas de las manos cuando sonreía. Olía a nube de fresa de la feria y siempre miraba hacia dentro.
Tenia una princesa perdida en el tiempo que no encontraba una noria a la que subirse y se la llevó a los coches de choque diciendo “dicen que la gente se besa más en el noria pero, q coño! a la mierda las estadísticas!”
Ella temerosa miraba al vacío y se relamía los labios llenos de caramelo de manzana. Un ojo miro a un labio y el otro a una pestaña que se caía. Una sonrisa, dos caricias y un miedo atroz a ir a los parques de atracciones.
Así empezó la casualidad esperada, apresurada pero lenta a la vez porque era algo que venía hecho y que ya estaba escrito en algún tomo del Cementerio de los Libros Olvidados.
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mama osa -